Historia, leyendas y curiosidades de nuestra ciudad.

Historia, leyendas y curiosidades de nuestra ciudad y sus alrededores

lunes, 25 de enero de 2016

Iglesia de San Julián, mártir, -I.


En el antiguo barrio de los Hortelanos, posteriormente llamado de Rascaviejas (un saludo, señor Roldán), más tarde de la Hiniesta y actualmente de San Julián, se encuentra la iglesia de este santo mártir, último de los templos gótico-mudéjares de la ciudad que nos faltaba por visitar. Como es el caso de prácticamente todas ellos, inicialmente se estableció en una mezquita cristianizada que, tras el terremoto del cabo de San Vicente de 1.356, fue reedificada ya bajo el reinado de Pedro I, con la estrecha colaboración del arzobispo don Nuño.
Portada principal de la iglesia de san Julián.
La portada principal, lugar habitual de acceso al templo, da a la calle San Julián. Su estilo es típico gótico-mudéjar, con arco apuntado abocinado, dotado de numerosas arquivoltas, estando las exteriores adornadas con puntas de diamante. Se apoyan en columnas dotadas de adornados capiteles, ya muy erosionados. 
En el mismo estado se encuentran las tres figuras situadas  en las enjutas del arco y los numerosos canecillos con forma de cabeza de león que sostienen la cornisa; todo ello ya prácticamente indistinguible. Por el resto de la fachada se distribuyen simétricamente tres óculos, siendo más grande el central.
           
A ambos lados de esta portada se disponen sendos retablos cerámicos.  Antonio Kiernam  firma en 1.962 el de la Virgen de la Hiniesta, vestida de hebrea, en tanto que el del Santísimo Cristo de la Buena Muerte es de Emilio Sánchez Palacios, pintado en 1.994.


Nuestra Señora de la Hiniesta. Antonio Kiernam, 1.962.
Santísimo Cristo de la Buena Muerte. Emilio Sánchez Palacios, 1.994.
Existía otra puerta muy similar a esta en el lado de la Epístola, que daba a la calle Moravia. Actualmente se encuentra tapiada pues, al parecer, en sus hojas de madera comenzó el incendio que destruyó el templo en 1.932, siendo, por tanto, la parte más dañada. La nave del Evangelio muestra una sencilla puerta adintelada.
Campanario y antigua portada de la Epístola.
La torre del campanario, de noche.
Como sucedió en otras iglesias del llamado “Moscú sevillano”, en 1.932 fue quemada casi por completo, como vemos en las fotografías. Los autores, detenidos tres meses más tarde, resultaron ser dos homosexuales, residentes en el barrio, que también habían intentado quemar el convento de Capuchinos, la iglesia de San Gil y algunos domicilios particulares. Sus nombres eran Antonio Lagares, La Bizca y Rafael Aguilar, La Pinocha. Sin embargo, vista la causa, ambos individuos fueron finalmente absueltos ¿?
La iglesia de San Julián tras el incendio de 1.932.
La restauración de lo destruido no comenzó hasta catorce años más tarde. Otras intervenciones se registraron en 1.974 y 1993.
Antonio Lagares, La Bizca.

Rafael Aguilar, La Pinocha.
Durante la construcción de la nueva Casa de Hermandad, hace pocos años, aparecieron unos interesantes restos arqueológicos. Los más antiguos son del siglo VI, poco importantes, siendo más interesantes los de los siglos comprendidos entre el VIII y el XIII. Se halló una cisterna que surtía a la fuente (siglo IX) que formaba parte de unos jardines (seguramente el patio de abluciones de la mezquita), en los que destaca un mural de 4,20 metros de largo por 95 centímetros de alto decorado con motivos decorativos geométricos y vegetales en colores almagra y azul sobre blanco Su fecha de ejecución se sitúa en torno al siglo XI.
Con la dominación almohade, el entorno se modifica notablemente, a lo que se suman las intervenciones realizadas entre los siglos XIV y XVIII, con la construcción del templo de San Julián. Del siglo XIV son los únicos restos humanos aparecidos. En los siglos XVIII y XIX se edifican salas anexas hasta 1.966, en que se construye la antigua Casa de Hermandad.
Además, existe una cripta de gran tamaño (se intenta hacerla visitable) que alcanza el subsuelo de la iglesia desde la Capilla Mayor hasta exterior, más allá de la portada principal.
San Julián y Santa Basilisa eran unos cristianos del siglo II que, siguiendo una directriz divina, se casaron, aunque manteniendo su castidad. Adornados con numerosos dones divinos, los esposos fundaron sendos cenobios, uno para hombres y otro para mujeres. La oleada de conversiones que lograron provocó que, durante las persecuciones de Diocleciano, el lugarteniente Marciano mandara prenderlo. A pesar de ser encadenado en un oscuro calabozo y sometido a todo tipo de torturas, el santo egipcio convertía a todo el que se acercara a él, ya fuesen los carceleros, otros presos e incluso el propio hijo de Marciano. Este decidió cortar por lo sano y ordenó que fuese arrojado a los leones, los cuales se postraron a sus pies. Finalmente fue decapitado. Iconográficamente, se suele representar a los esposos juntos, con un león echado a sus pies y portando las azucenas de su castidad, y la palma del martirio (aunque Basilisa no lo sufrió y murió pacíficamente en el convento).
Julian and Basilissa.jpg
Grabado popular de los Santos Julián y Basilisa.
El interior del templo presenta la disposición típica de las iglesias gótico-mudéjares de la ciudad (aunque es de traza rectangular, sin transepto), con tres naves, más ancha la central, separadas por medio de pilares que sostienen arcos apuntados; todo ello construido con ladrillo, revocado y pintado de blanco.
Vista general desde los pies de la nave central.
Nave del Evangelio, vista desde los pies.
Nave de la Epístola, vista desde los pies.
La nave central se cubre con un artesonado de madera de tres lados, las laterales tienen cubiertas de colgadizo y la capilla mayor, una bóveda de nervios sexpartita.
Artesonado de la nave central.
Comenzamos el recorrido por la nave del Evangelio, situada a nuestra izquierda tras atravesar la portada principal.
La nave del Evangelio tiene situada en sus pies la Pila Bautismal y, fijados en el muro, un azulejo de tonos azules que representa El Bautismo de Cristo y una talla de San José con el Niño Jesús en brazos, fechada en el siglo XVIII, sobre peana de hierro forjado.
Pies de la nave del Evangelio.
San José. Siglo XVIII.
En el muro del Evangelio vemos una imagen de una Santa Ángela de la Cruz, representada ya anciana, colocada en una repisa enmarcada en madera en su color, artísticamente tallada. Es obra moderna de Ricardo Rivera.
Santa Teresa de Jesús.
A continuación aparece el retablo de la Milagrosa, realizado con escayola y dorado posteriormente. Es de estilo renacentista, con algunos adornos mudéjares. La imagen moderna de la Virgen es de Antonio Castillo Lastrucci (1945-1946).
Retablo de la Milagrosa.
Llegamos ante una de las obras más valiosas de este templo: la Inmaculada Concepción de Alonso Cano. Preside un retablo moderno muy sobrio, aunque la imagen se encuentra en una posición demasiado elevada para poder apreciar debidamente su calidad artística. La semejanza con La Cieguecita, de la Catedral de Sevilla, nos permite comprobar la influencia de su maestro Martínez Montañés en la producción del artista granadino.
Altar de la Inmaculada Concepción. 
Inmaculada Concepción. Alonso Cano, siglo XVII.
Finalmente llegamos a la cabecera de la nave, ante la que se nos muestra el retablo de Nuestra Señora del Rosario, titular de la Hermandad de Gloria. De estilo neogótico, realizado en madera tallada y dorada, consta de banco y un cuerpo rematado por pináculos. En el centro se sitúa la imagen de la Santísima Virgen, flanqueada por dos muy pequeñas tallas de Santo Domingo de Guzmán y San Martín de Porres. Delante de la peana de la Virgen, semioculta por las flores, vemos una imagen de pequeño formato, realizada en barro policromado, que representa al Patriarca Santo Domingo de Guzmán, cotitular de la Hermandad, obra de Rengel.
Retablo de Nuestra Señora del Rosario.
Este retablo fue donado por las hermanas Mauri en 1.950, y emplazado primitivamente donde hoy está el Cristo de la Buena Muerte. Desde el año 1.973 ocupa la cabecera de la nave del Evangelio. Para ello, se redujeron sus dimensiones, trabajo realizado por Antonio Díaz. Bajo su altar fue sepultado el insigne escultor Pedro Roldán.
Nuestra Señora del Rosario. José Rodríguez Fernández-Andes, 1.937.
Se cree que es la Hermandad del Rosario más antigua de la ciudad (siglo XVI), radicando desde su fundación en la iglesia de San Marcos. Desgraciadamente, en el incendio de 1.936 se perdió la imagen primitiva y todo el ajuar y enseres. La Hermandad pasa entonces a la capilla de los Servitas, donde se recibe la actual talla, más tarde a San Hermenegildo y, finalmente a San Julián.

La moderna efigie de la Virgen fue realizada en 1.937 por José Rodríguez Fernández-Andes, quien la donó a la corporación. Es una imagen de candelero, de 1.54 metros de altura, realizada en maderas de caoba (la cabeza) y cedro (las manos y el Niño, que es de cuerpo completo). 

Termina aquí la primera parte de la visita.

Enlace para la segunda: Iglesia de san Julián. -II y final.


No hay obstáculos para personas con movilidad reducida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario